miércoles, 2 de febrero de 2011

Dos y dos...¿son cuatro?

“...¿cómo sabemos que dos y dos son efectivamente cuatro? O que la fuerza de la gravedad existe. O que el pasado no puede ser alterado. ¿Y si el pasado y el mundo exterior sólo existen en nuestra mente y, siendo la mente controlable, también puede controlarse el pasado y lo que llamamos la realidad?”. 

Sin rostro

La cantidad de caras que una persona ve en su vida es inmensa, pero la cantidad que uno recuerda es bastante menor respecto al total de las observadas.
La cantidad recordada, reduce aún más, a medida que se incrementa el detalle con el que uno quiere recordar; por ejemplo, acordarse superficialmente una cara es bastante sencillo pero recordarla tal cual es, se vuelve una tarea casi imposible.
Sin utilizar demasiado la lógica se puede llegar a la conclusión de que el grado de detalle con que uno recuerda una cara depende de la frecuencia con que uno la ve. Dicho esto, se puede observar que las caras más vistas por nosotros y aquellas que mejor recordamos son las de nuestro entorno más próximo.
Sin embargo si se le pregunta a uno que cara, de todas las que vio en su vida, conoce mejor, muy posiblemente la respuesta sea la propia. Esto se explica en que las personas se miran frente al espejo y concentran su atención en su aspecto, sobre todo el de su rostro, mínimamente una vez al día.
Sabido que la cara más conocida por nosotros es la propia, pido que cada uno de ustedes trate de imaginarse (no recordarse) frente a un espejo, y que mientras lo hacen se centren en el aspecto de su rostro e intenten acercarse a la realidad lo máximo posible.
Una vez hecho esto, mírate frente a un espejo y compara tu cara con la que habías imaginado.